lunes, 2 de febrero de 2015

Ganar color



“…el tiempo es un decorado.”
Kjell Askildsen.

La tela negra de la pena
gotea.

Los jazmines del jarrón
se han oscurecido, han manchado la mesa.
Recojo los pétalos con mi mano ahuecada
y quedo perpleja
ante la imagen que ha desvestido su belleza.

Sin otra urgencia
que seguir serenamente
la disolución de los sueños,
miro mi rostro en el espejo
y veo la juventud en colores apagados.

Estremecida, mi corazón
guarda por un instante
la luz loca del sol.

Nunca vi nada tan límpido.




*de El revés de la luz, Buenos Aires, Alción Editoria, 2014

El color rosa de la piedra



“Este sitio es duro como el silencio”
Yanis Ritsos

La extensión plegada de la roca,
enfrente de mí.
Toco con la mente en desorden
un instante de luz.
Es como si la materia desbordara solidez
y color.

Presencia indiferente. Ondulan los montes
y su reserva de secretos.
Este sitio llena el vacío
y oprime el oído
con su implosión de silencio.

Dedico cada palabra mía a los lindes de la piedra
y a lo que mi ojo les vierte.



*de El revés de la luz, Buenos Aires, Alción Editoria, 2014

Al atardecer



        Inquieta por la tormenta me senté al amparo de un plátano añoso. No sabía que los árboles atraen los rayos.
     A unos metros divisé los cuerpos inertes de tres pájaros caídos por el temporal.
     Enternecida, dejé atrás la atmósfera agitada del día y en un arrebato me arrastré con mis botines embarrados hasta ellos. Tienes que enterrarlos me dijo otro pájaro y supuse que los cuerpitos querían tierra y hojas. Pensé: está todo bien, ellos no tienen pretensiones.
     Ya no escuchaba los truenos. Sólo estaba sorprendida por la muerte, tan quieta. Tal vez ellos querían ser enterrados de otra manera; entonces deshice mi mochila para convertirla en ataúd. 




*de El revés de la luz, Buenos Aires, Alción Editoria, 2014

Revelación


                                             A mi hijo
                                                  Pablo Visconti
I                                      

Dijo:
—Hablo solo para vos.
Quisiera preservar la luz,
consumirme en este instante de encuentro.
Me perteneces como el sueño, el frío y el silencio.
Veo danzar las piedras invisibles
bajo la tierra que nos cobija.
Como en un rito te alzo en mis brazos
y tu historia comienza.
Quiero que veas mis ojos,
que habitemos este atardecer.
Yo soy una muchacha y te amo.


II

Desde el fondo de la infancia
tus palabras estaban en mí.

¿Por qué tu voz se repite
en las metáforas del cuerpo?










*de El revés de la luz, Buenos Aires, Alción Editoria, 2014