lunes, 2 de febrero de 2015

Al atardecer



        Inquieta por la tormenta me senté al amparo de un plátano añoso. No sabía que los árboles atraen los rayos.
     A unos metros divisé los cuerpos inertes de tres pájaros caídos por el temporal.
     Enternecida, dejé atrás la atmósfera agitada del día y en un arrebato me arrastré con mis botines embarrados hasta ellos. Tienes que enterrarlos me dijo otro pájaro y supuse que los cuerpitos querían tierra y hojas. Pensé: está todo bien, ellos no tienen pretensiones.
     Ya no escuchaba los truenos. Sólo estaba sorprendida por la muerte, tan quieta. Tal vez ellos querían ser enterrados de otra manera; entonces deshice mi mochila para convertirla en ataúd. 




*de El revés de la luz, Buenos Aires, Alción Editoria, 2014

No hay comentarios: