miércoles, 2 de junio de 2010

La fruta

La explosión incontenible
de las ganas y la fruta.
Su roce áspero tensó tus dedos
y el olor del durazno produjo la mordedura.

Seguramente la lengua se entibió de sabor
y fue entonces,
casi sin darte cuenta, que surgieron
las palabras.

Las cosas que dijiste fueron reales
como los ojos impávidos de los pájaros
al picotear la fruta.

No me sorprendió
desnudarnos como sueños.



*en Del silencio, Buenos Aires: ed. El Mono Armado, 2009

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