¿Qué silencio podrá ser este silencio, que frío este frío que agujerea
los labios?
Aquí no hay voces. Sólo pasos solapados en la mitad del páramo.
El sesgo de la luz acaricia los bordes de la sombra y el cazador se
detiene cuando ve al alce perderse en la curva del horizonte. Piensa: “¿Estaré
en lo cierto al pergeñar la distancia?”. Se baja del trineo.
Las huellas de las botas al clavarse en el hielo lo astillan y producen
figuras azules.
El hombre tiene algo de miedo cuando caen desde el cielo blanco ráfagas
de agua que se convertirán en nieve. Sube al trineo, acelera la marcha y de
cara al paisaje sabe que él también pertenece a la intemperie.
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