A mi hijo
Pablo
Visconti
I
Dijo:
—Hablo solo para vos.
Quisiera preservar la luz,
consumirme en este instante de encuentro.
Me perteneces como el sueño, el frío y el silencio.
Veo danzar las piedras invisibles
bajo la tierra que nos cobija.
Como en un rito te alzo en mis brazos
y tu historia comienza.
Quiero que veas mis ojos,
que habitemos este atardecer.
Yo soy una muchacha y te amo.
II
Desde el fondo de la infancia
tus palabras estaban en mí.
¿Por qué tu voz se repite
en las metáforas del cuerpo?
*de El revés de la luz, Buenos Aires, Alción Editoria, 2014
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